Las campañas arqueológicas que de forma incesante se han desarrollado durante medio siglo en Ciudad de Vascos han servido para conocer algunas de las principales áreas de esta medina andalusí, situada en el municipio toledano de Navalmoralejo. Este verano se han cumplido 50 años del inicio de esas investigaciones y, para celebrarlo, el Museo de Santa Cruz va a acoger a finales de este mes o principios de octubre una exposición conmemorativa.
«La fecha aún está por concretar», ha avanzado Jorge de Juan, profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y director de la campaña de excavación, en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de esas cinco décadas de trabajos.
Explica que desde que hace tres años, cuando tomó las riendas del proyecto, las investigaciones se han centrado en arrojar luz sobre la economía, la alimentación o el medio ambiente de este asentamiento, que estuvo ocupado entre los siglos IX y XI. De ahí que este verano hayan trabajado en determinar el origen y la evolución de un basurero exterior de la ciudad, al que se salía a través de la muralla por un pequeño portillo.
«Se suele decir que los arqueólogos buscamos tesoros, pero lo que nos gusta es rebuscar en la basura porque nos da mucha información. Queremos conocer cómo era el paleoambiente para intentar reconstruir toda la historia de la ciudad a través de su basura, de sus restos vegetales. Por ello, vamos a estudiar las semillas, los carbones, también la fauna que vivía y que se consumía en el yacimiento y los pólenes».
Pero esta nueva campaña de excavación, que ha durado tres semanas y ha contado con personal de la universidad canaria de La Laguna, de la de Lisboa, de Estados Unidos y Francia, del CSIC y de la Universidad de Castilla-La Mancha, ha estado a punto de irse al traste por la irrupción de un protagonista sorpresa, el fuego.
Y es que el yacimiento ha estado a punto de verse afectado por el incendio que durante cuatro días asoló Navalmoralejo. «Ha estado muy cerca. El último día pensé que se la llevaba por delante. Pero, milagrosamente, el viento cambio y se pudo contener», dice De Juan, que alerta del riesgo que tiene este yacimiento, rico no solo por su valor histórico, sino también por el medioambiental. «Es un entorno natural excepcional. Aquí anidan distintas especies de águilas, buitre negro, cigüeña negra…».
El de la conservación, como ocurre en otros muchos yacimientos, es por tanto uno de los grandes retos que tiene por delante Ciudad de Vascos, pues la superficie excavada es muy grande, al igual que los restos emergentes. «Conservar óptimamente un lugar que se encuentra al aire libre siempre es un problema», admite.
AYUDA INSTITUCIONAL PARA AL MANTENIMIENTO
«Tratamos de efectuar limpiezas anuales para evitar el crecimiento descontrolado de la vegetación, y también trabajos de consolidación de algunas de las estructuras. Para ello, esperamos contar con la ayuda de diversas administraciones», reclama De Juan, que avanza un plan de actuaciones de urgencia que, priorizando tareas, permita poner el yacimiento en condiciones óptimas para que pueda ser visitado sin poner en riesgo su preservación.
Con ese fin de mejorar su gestión, avanza también la inminente creación de una asociación. Integrada por investigadores nacionales y de Estados Unidos, Francia o Portugal, va a permitir repensar la conservación de esta joya y mejorar su protección, divulgación y las visitas, otra de las patas de las que cojea Ciudad de Vascos.
«Es algo que queremos implementar en un futuro y que estamos tratando de llevar a cabo. Pero por el momento no existen guías oficiales con los que se pueda conocer el yacimiento, con lo cual la visita es libre. Hemos diseñado una serie de itinerarios para recorrer su interior y está previsto instalar cartelería apropiada para que los visitantes puedan entender los restos que van a contemplar», indica el responsable de los trabajos arqueológicos.
El hecho de que Ciudad de Vascos esté situada en una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) limita también su acceso, pues se respeta su periodo de reproducción. Por ello, tan solo se puede visitar los sábados, del 16 de mayo al 31 de enero, en horario de 9.00 a 14.00 horas.
No obstante, desde el pasado mes de mayo, el Museo-Centro de Interpretacón ‘Ciudad de Vascos’ de Navalmoralejo volvió a abrir sus puertas tras una intervención de mejora, exhibiendo parte de los bienes arqueológicos hallados en las diferentes campañas de excavación realizadas, que conservaba el Museo de Santa Cruz de Toledo.
MEDIO SIGLO DE TRABAJOS
A lo largo de estos 50 años, la dedicación de un millar de personas, entre trabajadores y estudiantes, ha permitido conocer cómo era hace mil años el modo de vida en una ciudad de Al-Andalus, «con sus baños, murallas, mezquita, alcazaba y sus barrios».
«Probablemente sea la ciudad ansalusí mejor conservada y eso es lo que realmente la hace excepcional», defiende De Juan, que ha añadido que este yacimiento, de titularidad privada pero reconocido como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Zona Arqueológica, también ha tenido un papel muy importante en el conocimiento de la arqueología de Al-Andalus. «Cuando comenzaron las excavaciones prácticamente no se hacía arqueología medieval, y menos de esa época».
Preguntado por el descubrimiento más importante realizado en este medio siglo, el director de la campaña de excavación no duda: «La aparición de una mezquita completa en la alcazaba que tenía arcos de herradura que no conserva. Es uno de los hallazgos más espectaculares para el centro de la Península».
Lo que sigue siendo una incógnita es su denominación, pues sólo un par de fuentes árabes hablan de un topónimo para describir a uno de los distritos agrícolas de la ciudad de Talavera de la Reina, conocido como Basak.
«Hay distintas teorías. Una de ellas se basa en que pudo haber una población de origen vasco relacionada con el trabajo de la metalurgia en esta zona. Ahora estamos haciendo análisis de ADN sobre las poblaciones que habitaron aquí. A lo mejor resulta que tenemos peculiaridades genéticas que hagan que los vascos, al final, tengan alguna relación más allá del nombre. Pero, de momento, no hay una respuesta segura a esa pregunta», concluye.