El ‘Tríptico de la Crucifixión’, un pequeño retablo de óleo sobre lienzo y tabla, será la nueva Pieza Invitada del Museo del Greco, que se mantendrá en exposición hasta el 12 de septiembre.
La asociación de varias tablas a modo de pequeños retablos fácilmente transportables era ya común en el siglo XV, pero ahora renuevan su programa iconográfico siguiendo la doctrina de Trento. Entre las temáticas más comunes, se encuentra el ciclo de la Pasión, con el momento culminante de la Crucifixión, así como las vidas de santos, según ha informado el Museo en nota de presa.
En las paredes y capillas de las casas encontraron lugar un gran número de altares privados u oratorios domésticos que expresaban la piedad de sus habitantes. Los más habituales son los trípticos de tres tablas, como el que presenta ahora el complejo, decorados tanto interna como externamente y sirviendo las tablas laterales de puertas de cierre.
En este tríptico, la obra central consta del Cristo crucificado. Sigue un modelo similar al de la escuela pictórica toledana, motivo por el cual la tabla llegó a ser atribuida al discípulo del Greco Luis Tristán. En la parte superior de la imagen central se oculta parcialmente el sol a la izquierda, mientras que la luna aparece a la derecha, evocando las tinieblas que cubrieron la Tierra cuando Cristo expiró.
A los pies de la cruz, una calavera simboliza la leyenda según la cual Adán habría sido enterrado en el Gólgota, en el mismo lugar donde se elevó la cruz. En la tabla superior izquierda se representa a San José sujetando una vara florecida y una escuadra de carpintero junto al niño Jesús de celeste, que sostiene un orbe como ‘Salvator Mundi’, símbolo de su divinidad.
Bajo ellos se encuentra San Juan Bautista, de pie, descalzo y semidesnudo, con un nimbo. Lleva en su mano derecha un báculo rematado en cruz y a sus pies se encuentra un cordero tumbado con aureola como precursor y mensajero de Cristo.
En la tabla superior derecha, San Miguel sostiene un escudo mientras clava una lanza en un demonio alado, tendido en el suelo, al que pisa con ambos pies. Esta escena alude a la batalla entre San Miguel Arcángel y Satanás. Debajo se encuentra San Bruno con el hábito blanco de los cartujos, nimbo y con el báculo tirado a sus pies, simbolizando su desprecio por las jerarquías de este mundo.
Este pequeño retablo técnicamente combina, de forma muy original, dos soportes: óleo sobre lienzo para la escena central y óleo sobre tabla para los laterales. Los marcos son dorados y están decorados con motivos florales creados con la técnica del estofado, de la época original, y otros pintados posteriormente.
La parte trasera está pintada al óleo y en ella se sucede una composición de motivos geométricos sobre fondo gris creando un juego de luces y sombras que busca perspectivas arquitectónicas imitando mármoles como el serpentino verde y otras piedras duras como el jaspe rojo estriado o granitos de variados colores.