El Comité Científico de Hispania Nostra, tras estudiar las fichas de la Iglesia del Convento Trinitario de Nuestra Señora de la Concepción de Santa María del Campo Rus, ha considerado oportuna su inclusión en la Lista Roja como forma de llamar la atención sobre su estado e impulsar su recuperación.
Ha motivado la inclusión del inmueble en la Lista Roja la necesidad de actuación sobre el mismo, ya que corre peligro de perderse en su totalidad, siendo además el último resquicio que queda de un monasterio con un pasado esplendoroso.
«Su pérdida nos haría prescindir de una herramienta magnífica a través de la cual conocer e interpretar no solo nuestra historia local, sino la de Castilla, y, con ella, la de toda España», explica en nota de prensa la Asociación de Amigos del Convento.
Esta asociación ha sido creada para recuperar un bien que se encuentra incluido en el inventario del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha y en el inventario del Patrimonio Arquitectónico Histórico Artístico de la Provincia de Cuenca realizado por el Ministerio de Cultura.

Tal y como recuerdan, el convento fue levantado en 1564 por decisión de los vecinos de la villa y el señor de la misma, don Antonio del Castillo Portocarrero, previa autorización de Felipe II y el obispo de Cuenca, y decidieron ubicarlo en una ermita muy antigua dedicada a la Purísima Concepción de María a la que llamaban Santa María del Campo, de la que el propio pueblo toma el nombre.
De aquí provienen el ‘Eccehomo’ que hoy en día se conserva en la parroquia y el ‘lignum crucis’, regalos ambos de la reina Mariana de Austria a su confesor santamarieño fray Diego Jacinto Galindo, recuerda la asociación.
Ministro del convento fue Bernardo de Monroy, confesor del arzobispo de Toledo, redentor general y mártir en Argel. Rafael Díaz Cabrera, obispo de Mondoñedo, escritor y amigo de Lope de Vega, tomó aquí el hábito.
Destacan también de la historia del Convento que Carlos Patiño, uno de los principales compositores del siglo XVII, maestro de la Real Capilla de Felipe IV, dio sus primeros pasos musicales en esta casa y Antonio de Castañeda, uno de los primeros frailes del convento, formó parte del consejo que otorgó poderes y dirigió el rescate de varios cautivos de Argel entre los que se encontraba Miguel de Cervantes.