Construir comunidades amables, acogedoras e inclusivas. Esa es la filosofía con la que nace el Laboratorio Ciudadano de Cuenca, puesto en marcha por la asociación Aframas, entidad que gestiona el centro ocupacional Infantas de España.
La idea tiene su punto de partida durante los meses de confinamiento del año 2020. La asociación se sumó al plan de pilotaje sobre construcción de comunidad organizado por la federación Plena Inclusión. “Empezamos a esbozar la idea de transformar los talleres ocupacionales y convertirlos en un espacio participativo abierto a la comunidad”, explica Cristina Muñoz, directora técnica de Aframas.
El taller Recicleta del barrio de San Antón de Cuenca y su filosofía de economía circular también les ha servido de inspiración para lanzar esta iniciativa que inicialmente pretendía convertir el centro en un lugar “donde cualquier vecino pudiera ir a reparar sus muebles, recuperarlos, transformarlos…”.
Aframas presentó el proyecto al programa Semillas de Emprendimiento Juvenil del Ayuntamiento de Cuenca y en él “aprendimos una serie de herramientas que nos han ayudado a analizar y reflexionar más sobre nuestra idea y a evaluar la realidad de nuestro entorno lo hemos ido ampliando y creemos que mejorado”.

La asociación, gracias a compañeros de otros proyectos, conoció también al Medialab Prado del Ayuntamiento de Madrid y a través de esta organización aprendieron cómo montar un laboratorio ciudadano como el que han creado y que esta semana era presentado en sociedad en un acto en el Museo Paleontológico de Cuenca. “La parte teórica la hemos superado, ahora toca la práctica para que el Ministerio de Cultura nos reconozca como laboratorio ciudadano”, apunta Muñoz.
El proyecto forma parte de la iniciativa Laboratorios Ciudadanos Distribuidos, en colaboración con la subdirección general de Coordinación Bibliotecaria y el ya citado Medialab Prado. Muñoz comenta que ha tenido un gran recibimiento por parte de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo “porque se les ofrece un espacio donde poder reunirse y encontrarse con los vecinos y donde poder proponer acciones que den vida al barrio”. También se han reunido con otros colectivos de la ciudad para animarles a que presenten sus propuestas.
Lo realmente innovador del proyecto es, según Cristina Muñoz, que “un espacio que se creó como taller ocupacional de personas con discapacidad intelectual, espacio segregador, se pone a disposición de la ciudad para crear proyectos de innovación ciudadana. Las personas con discapacidad pasan de ser participantes de la vida de la ciudad a aportar valor a su comunidad”.
Ya está en marcha el periodo para enviar las primeras propuestas al laboratorio y la imaginación es el único límite. El laboratorio espera recibir, por ejemplo, iniciativas para recuperar espacios olvidados de nuestros barrios, impulsar las relaciones vecinales, buscar soluciones a la soledad de los conquenses, reducir el consumo de plástico, fomentar los productos locales, diseñar huertos sociales, crear aplicaciones móviles o juegos de mesa, reparaciones vecinales, bancos del tiempo…
El Laboratorio ha abierto un formulario para presentar estos proyectos que posteriormente serán evaluados y, finalmente, ejecutados en las dependencias de la asociación, situadas en la calle Santa Coloma, en el barrio de El Salvador de Cuenca.
/Jesús Huerta/