Ángela Lara, vecina de Almodóvar del Campo (Ciudad Real), ha conseguido volver a dar pasos por sí misma con un andador, 33 años después de sufrir una lesión medular, gracias a un programa de entrenamiento personalizado.
Según ha explicado la propia Ángela en una entrevista con la Agencia EFE, su mejoría comenzó en agosto de 2024 cuando decidió acudir a un centro deportivo de Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real) para realizar ejercicios de fuerza y estabilidad, lo que le permitió ponerse en pie y, meses más tarde, caminar de nuevo con un andador.
Ángela sufrió la lesión con solo 13 años, en diciembre de 1991, cuando un fuerte dolor en la espalda le dejó sin movilidad de cintura para abajo.
Desde entonces, pasó por numerosos hospitales y largos periodos de rehabilitación en el Hospital Nacional de Parapléjicos, en Toledo.
A lo largo de las décadas, logró cierta autonomía con la silla de ruedas y con ayudas técnicas y compaginó sus estudios en la UNED con su trabajo en el Ayuntamiento de Almodóvar del Campo, donde actualmente ejerce como administrativa.

En aquellos primeros años, tras salir del Hospital de Parapléjicos, consiguió mantenerse erguida con bitutores y corsé, apoyada en un andador, aunque siempre con gran dificultad y necesidad de ayuda.
El esfuerzo por recuperar movilidad se prolongó durante cuatro años de rehabilitación diaria en Puertollano, pero nunca logró la estabilidad necesaria para caminar con soltura.
La joven terminó COU, inició Matemáticas en la UNED y obtuvo el carnet de conducir, lo que le dio una independencia muy valorada.
Con un coche adaptado podía acudir a clases y exámenes, aunque al principio necesitaba la ayuda de otra persona para guardar la silla en el maletero.
El punto de inflexión: la vuelta al ejercicio
Durante muchos años la rehabilitación pasó a un segundo plano. Solo hace siete retomó el ejercicio a través de un fisioterapeuta privado, que le ayudaba con estiramientos e infiltraciones de toxina botulínica en el psoas.
A finales de 2023 conoció un estudio de electroestimulación en el Hospital de Parapléjicos y decidió participar.
La técnica consistía en aplicar electrodos sobre la piel mientras, colgada de un arnés, caminaba en una cinta asistida por fisioterapeutas.
«Los resultados no fueron muy llamativos, apenas algo de sensibilidad en las piernas, pero me animó a cuidarme más», ha afirmado.

Aquella experiencia fue decisiva para plantearse buscar un gimnasio donde ejercitarse de forma habitual.
En agosto de 2024 dio el paso y acudió al centro deportivo en Argamasilla de Calatrava, donde conoció a Sergio Olmo, preparador físico que adaptó un plan de entrenamiento específico para ella. Comenzó con media hora semanal y pronto amplió las sesiones.
El trabajo se centró en ejercicios de fuerza, core y estabilidad, además de en ponerse de pie con ayuda de unas paralelas.
El entrenador personal de Ángela ha explicado que los primeros pasos en el gimnasio consistieron en «un poquito de trabajo de movilidad», teniendo en cuenta cómo estaba «después de tantos años quieta, sin moverse», y poco a poco comenzaron a introducir ejercicios de fuerza adaptados a su condición.
Olmo ha subrayado que «los ejercicios de fuerza le están dando un plus, porque al mover cargas se generan estímulos en los músculos y en las articulaciones, vuelve a haber conexión mente-músculo y esas articulaciones vuelven a sentir».
Y ha añadido que la movilidad sigue presente en su plan de entrenamiento, aunque «cada vez nos centramos más en la fuerza, mientras el fisioterapeuta trabaja en paralelo esa otra parte».
Mejoras desde el primer día
«Desde el primer día noté que ganaba energía, que mejoraba mi equilibrio y desaparecían las contracturas», ha destacado Ángela.
El gran avance llegó en noviembre, cuando consiguió desplazarse con un andador por primera vez en más de dos décadas.
Fue un momento «emocionante y motivador» que la impulsó a aumentar su dedicación. Actualmente acude tres tardes por semana al gimnasio, lo que compatibiliza con su jornada laboral en el Ayuntamiento.

«Entrenar ha sido un acierto. No solo me ha dado fuerza, también me ha ayudado mentalmente, porque me sirve de reseteo tras el trabajo y me hace sentir mejor», ha reconocido.
Esta vecina de Almodóvar del Campo continúa hoy con su proceso de entrenamiento, ya que este hábito le ha devuelto la ilusión y la confianza en sus capacidades.
Los progresos no solo se traducen en pasos con un andador, sino en mejoras generales de salud, estabilidad y ánimo.
Si algo destaca de su experiencia es la importancia de la constancia: «Los avances pueden ser pequeños, pero llegan. Lo fundamental es dar el paso e intentarlo», ha sentenciado.